Confesiones de un vicioso by Orlando Cruzcamarillo

Confesiones de un vicioso by Orlando Cruzcamarillo

autor:Orlando Cruzcamarillo [Cruzcamarillo, Orlando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T05:00:00+00:00


INTERLUDIO O UN PASO POR LAS NUBES (SEGUNDA PARTE)

Perdón por la irrupción de ese viejo cochino. Tú viste que descansábamos un ratito en la jardinera y de repente llegó a molestarnos con sus puercas anécdotas; así son los depravados, siempre impertinentes. Pero sigamos adelante, caminando y contando historias más recatadas, bueno, eso creo.

Ahora atravesemos la calle de Uruguay, donde los comercios establecidos de telas abundan. Los rollos multicolores se inclinan y aglomeran sobre las paredes. Los compradores desenrollan la tela y la palpan, la aprecian con pulcritud. Algunos dueños que atienden, portan sobre sus cabezas un gorrito negro, el kipá. Recordemos que los primeros judíos llegaron con Hernán Cortés en 1519 y en la calle de Justo Sierra n.º 83 se estableció hace noventa años la primera sinagoga del país. Podemos llegar caminando desde aquí, pero no es el caso, mejor prosigamos sobre Circunvalación.

Parémonos y esperemos el siga del semáforo y así trasponer República del Salvador, que apenas cruza la avenida Circunvalación, se transforma en General Anaya. Del otro lado de la avenida, se acaban las prostitutas que se vienen desplegando, más o menos, desde la lejana calle de General Zapata. Muchas de ellas ofrecen sus servicios en lo que fueron antiguas bodegas de frutas y verduras, y ahora fungen como «hoteles de paso»; se ubican por la Plaza General Anaya, las calles de Limón y de Pradera. Si estás interesado en el asunto y no eres muy quisquilloso con la mugre, te informo que algunas de estas mujeres te pueden atender por 100 pesos, incluido los 50 pesos del coste de una lujosa suite. Con camas de cemento, habitaciones con paredes de tablones o de tela roída; si apeteces lujos como agua, la tendrás que tomar del tambo que está por allí. El olor a pescado descompuesto puede marearte.

Siguiendo por Circunvalación llegamos al cruce con Ramón Corona. Mira, en este punto se erige un hotel que, por más que busques, no tiene inscrito su nombre en ninguna parte. He preguntado y tampoco las prostitutas que laboran en sus cuartos saben cómo se llama. Sobre la banqueta, enfrente, está el acceso de lo que fue un paso subterráneo. Las instalaciones de este hotel Sin Nombre son sucias; el recepcionista es un hombre chaparro y bigotón que las chicas odian por ser un mamón de primera. Un pequeño anuncio esquinado en lo alto de sus muros, advierte que está en venta la edificación. Digo, por si te interesa el asunto. Hace poco murió un huésped en sus habitaciones. Las versiones periodísticas son múltiples, por supuesto, aquí como en todo México, no existe la Verdad, sino las verdades, todas válidas por muy excéntricas que sean, todas pugnando por diluir la Verdad. En este caso los periódicos manejaron dos. Primero, el cliente fue apuñalado por una prostituta que contrató. Segundo, al cliente le dio un infarto en plena acción. En ambas versiones, por supuesto, no hubo detenidas. Y es que en honor a la verdad, también existen prostitutas delincuentes y asesinas. Les dicen



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